En el XXXII Encuentro de Comunidades Aragonesas del Exterior, celebrado el último fin de semana de mayo, nos desplazamos a la fantástica villa de Aínsa, situada en el alto Pirineo de Huesca, que junto a Boltaña es la cabeza histórica del antiguo condado y posterior Reino del Sobrarbe.
La reunión estuvo organizada por la Federación de Comunidades Aragonesas en el Exterior, con el apoyo del Gobierno de Aragón, de la Diputación Provincial de Huesca, del Ayuntamiento de Aínsa y de la Comarca del Sobrarbe. Como es habitual, estos encuentros para nosotros tienen una parte lúdica y turística, y por otra cultural y de participación. Así que os voy a contar brevemente peculiaridades de esta villa y sus alrededores.
Aínsa, o en aragonés L´Aínsa, tiene una clara distribución medieval, y su casco antiguo está declarado Conjunto Histórico-Artístico desde 1965. Actualmente es un centro turístico de relevancia en toda España, y es en sí un monumento digno de visitar. La leyenda sitúa el nacimiento de Aínsa en la conquista de la plaza por las tropas del Rey Garcí Ximénez en el año 724 gracias al milagro de la cruz de fuego (desde el siglo XVI hay una cruz en el lugar donde supuestamente ocurrieron los hechos), aunque las fuentes históricas apuntan que los musulmanes no llegaron a establecerse en esta tierras.
Para rememorar esta batalla entre moros y cristianos, cada dos años la plaza porticada de Aínsa se convierte en el escenario ideal de la representación de la Morisma. Esta representación cuenta cómo se apareció una cruz encendida sobre una carrasca que alentó a las tropas cristianas para obtener el triunfo frente a las moras. La misma cruz encendida sobre una carrasca, la encontramos también en el escudo de Aragón.
Se celebra también un Mercado Medieval que anima las calles del casco viejo de Aínsa, dando a la misma un auténtico sabor feudal; para ello, las calles empedradas de esta villa aprovechan la ocasión para vestirse de fiesta, y engalanarse adecuadamente a la usanza del medievo, lo cual es requisito para asistir a una cena medieval.
Alrededor de Aínsa podemos descubrir lugares maravillosos, paisajes, pueblos, algunos deshabitados por la subida de las aguas tras construir presas, en otros, inundados, podemos ver como la torre de la iglesia quiere recordarnos que en su día vivieron allí sus vecinos, y en otros, habitados, podemos disfrutar de la amabilidad de sus gentes, y degustar los distintos licores caseros que preparan durante el invierno.
Rodeada de varios parques naturales, el del Ordesa y Monte Perdido y otros como el de la Sierra de Guara, la afición a la montaña y a los deportes de aventura se ha convertido en la actividad económica más relevante. No podía faltar, en nuestra visita a Aínsa, hacer una parada en alguna de las bodegas del Sobrarbe, ya que muy cerca de allí se encuentra la comarca del Somontano, una de las comarcas vitícolas más pequeñas y jóvenes de las que nombran los expertos, que en tan solo una década, con el trabajo de unos pocos emprendedores convencidos de un ilusionante proyecto, han conseguido colocar sus vinos entre los más significativos, junto a los de Ribera del Duero, Rioja o Jerez.
Así que, dispuestos a conocer estas comarcas en un viaje “relámpago”, como llamamos a aquellos que se nos hacen cortos, pero intensos, nos encontramos ante la sede del Centro Aragonés la madrugada del sábado, para poder llegar a las 11:30 a Bodegas Lalanne, y disfrutar de la visita y la historia de una de las bodegas más simbólicas de la comarca, y la más antigua, que dejaron sus tierras en Burdeos tras la terrible filoxera y se instalaron en las tierras del Somontano hace ya más de 100 años, contribuyendo en el esfuerzo de elaborar uno de los mejores vinos de España.
Fue una visita muy interesante, en la que cada uno de nosotros demostró el interés por las explicaciones y la historia contada por los anfitriones, que finalizó con una cata en la que aprendimos un poco más sobre el sabor, color, olor y recuerdos que se despiertan al disfrutar de una copa vino del Somontano. Volvimos a emprender los 100 Km. que nos quedaban para llegar a nuestro destino, y tras repartirnos por los hoteles y casas rurales de la villa, nos reunimos en la plaza para asistir a la recepción de todos los centros, que como siempre, estuvo acompañada de confeti, globos y silbatos, digno de un gran comienzo de fiestas, y nos encontramos de nuevo con amigos aragoneses a los que deseábamos abrazar de nuevo.
La tarde transcurrió entre cañas, risas, juegos tradicionales y las calles de la villa llenas de gente ilusionada por estar con sus amigos un año más. A la 19:00 comenzaba la muestra de folclore, en la que cada grupo interpretaría una o dos piezas de baile, jotas de estilo, habaneras, rondadoras, etc., preparadas durante todo el año, y culminaría con la Ronda por las calles de Aínsa, de espectacular escenario para rondar, que este año los encargados de llevarla a cabo fueron los componentes del grupo del Centro Aragonés de Esplugues de Llobregat.
Durante la tarde del sábado tuvo lugar también la entrega de la Medalla de Aragoneses de Mérito al ciclista internacional, Fernando Escartín, al médico turolense, José Miguel Laínez y al presidente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Somontano, Mariano Beroz.
Además, se inauguró la exposición “Vivencias de las Comunidades Aragonesas”, que recoge en una colección fotográfica la vida y obra de estas embajadas de Aragón por el mundo.
La jornada del domingo incluyó la celebración de una Misa Aragonesa, oficiada por el arzobispo de la Diócesis Barbastro-Monzón, Alfonso Milián, e interpretada por la Casa de Aragón “Virgen del Pilar” de Santa Coloma de Gramanet, y la segunda parte del Festival Folclórico, al que siguió la comida de hermandad, en la que continuó el buen ambiente y la representación de todos los asistentes al encuentro con aplausos, jotas, y cómo no, amenizada por la Charanga de Manolo el del Bombo.
El resumen de este encuentro pudo verse el lunes 14 de junio en el programa "Se escribe con Jota" que la mayoría de los asistentes no se perdió, para seguir recordando el fantástico fin de semana que pasamos en Aínsa.
Un viaje corto, pero como ya he dicho intenso, pues desde la llegada a Aínsa hasta el regreso, nos olvidamos de todos las preocupaciones que tenemos día a día, vivimos cada momento como si fuera único, disfrutamos de los encantos de los pueblos visitados, y reavivamos nuestro amor por la tierra de Aragón.
Así que solo puedo decir como cada año, para concluir este pequeño artículo, que esperamos con la misma ilusión de siempre el siguiente encuentro, y con ganas de saber en qué pueblo de Teruel se celebrará.