Detalles

Publicado: 19 Enero 2015

Visitas: 1468

A las 9 horas del 14 de enero de 2015, fallecía Roberto Martín Villanueva, un aragonés, ejemplar, noble, sencillo y auténtico que vivió honrando a Aragón.

Sagrario, la esposa de Roberto, comunicaba a la mía el triste desenlace.

Todas las Navidades desde hace muchos años nos llamaba para felicitarnos las Navidades. Sabía que no se encontraba bien, y al no recibir su llamada habitual, le llamé yo el treinta y uno de diciembre. Charlamos bastante rato de los Centros, de los amigos, de la vida y de los muchos momentos buenos compartidos, pero su voz delataba que algo no iba bien. Quede en enviarle el último Libro del Pilar a su domicilio, pues se lo solía enviar a la Casa de Aragón y siempre me daba su opinión. Este año, le dije que me gustaría que me diese su impresión acerca del artículo que escribí de mi padre tras su fallecimiento, me dijo que estaría encantado en hacerlo. Le pedí un escrito con motivo del 95 Aniversario del Centro Aragonés de Castellón, me respondió que en cuanto se mejorara un poco se pondría manos a la obra.

He tenido la suerte de compartir desde que le conocí, allá por los años ochenta, su amistad y la de su familia. Pasaba la mitad de las vacaciones en Benicasim y la otra mitad en Olba (Teruel), muchas tardes, tras la rigurosa sesión de sol y playa aparecía por mi villa para charlar de los Centros, de la Jota, de cantadores, de historia, ya que era un enamorado de la de nuestra tierra, de los aragoneses ilustres que han hecho grande a Aragón, de amigos comunes, de tanta cosas... Por supuesto no faltaron las buenas paellas y en alguna ocasión hasta se atrevió a competir con Mari Ángeles, mi esposa, la verdad es que el toque de romero y los caracoles de montaña que ponía le daban un sabor especial, tampoco las jotas, a veces hasta las de mi madre.

Profesaba un afecto especial al Centro Aragonés de Castellón, en cuya sede estuvo varias veces, en esos años conoció y entablo buenas relaciones con algunos de nuestros socios.

Era una persona muy culta y tenía gran facilidad para escribir de cualquier tema relacionado con Aragón, en Madrid acerco a la Casa de Aragón a aragoneses ilustres, desde artistas a juristas, desde médicos de renombre a escritores, desde deportistas hasta los cantadores de Jota más afamados del momento.

Sin duda, su pasión y dedicación fue la Casa de Aragón, por ella lucho mejorando las instalaciones, a ella supo atraerse a los mandatarios de la capital y corte, de ella supo hacer para los políticos y empresarios de Aragón que visitaban Madrid, parada y fonda.

Era, con su palabra fácil y su figura de bonachón un encanto, el anfitrión perfecto, a su lado te hacía sentirte a gusto. Recuerdo con especial cariño, las muchas veces que me invitó para que cantara en Madrid, el artículo que escribió de mi, titulado, "La gloria de un Campeón" y que gracias a él, estrene en el Teatro Albeniz de Madrid en 1986, la melodía de Pedro Paúl que luego se hizo muy famosa "Amanecer en el Valle".

Muchas gracias Roberto por todo lo bueno que aprendí y disfrute a tu lado.

Por cierto, las últimas palabras que me dijo el último día del año de dos mil catorce a las siete de la tarde, en nuestra última conversación, fueron las siguientes: "al final queda la huella, lo sobresaliente, lo excepcional". "El sentimiento sale de la vida". "La amistad es algo inigualable". Os llevo en el corazón.

En un día de invierno, como dice la jota, se nos ha ido un gran hombre, el compañero y amigo, nuestro gran amigo, nuestro buen amigo, nuestro amigo del alma.

Descanse en paz.

José Antonio Lázaro, Presidente del Centro Aragonés de Castellón